Juan Cordero
Juan Nepomuceno María Bernabé del Corazón de Jesús Cordero de Hoyos
Nace en 1824, en Tezuitlan Puebla, aficionado y dotado para el dibujo desde niño, pudo entrar a la Academia de San Carlos, cuando sus padres se mudaron a la Ciudad de México.
Uno de sus maestros en esos días era Don Miguel mata, que en 1837 fue el titular de la cátedra de dibujo.
Mata descubrió las cualidades del joven Cordero y lo insto a viajar a Roma para estudias pintura, pero su familia no tenia recursos suficientes, por lo que el joven comenzó a viajar por pueblos de baratillero, pasando hambres y miserias con tal de reunir la suma suficiente para realizar su sueño, Juan Cordero se embarco en 1844 rumbo al viejo mundo.
logro que en noviembre de 1844 fuese nombrado agregado de la legación mexicana en Roma, con lo cual a pesar de ser poco, pudo inscribirse en la Academia de San Lucas con el maestro natal De Carta.
En 1846 Juan Cordero obtuvo el primer premio en el concurso de pintura de figuras que se celebraba cada año en San Lucas y en que participaban todos los alumnos y maestros de la Academia.
En ese mismo año envía a México varias de sus pinturas, para que su familia y su maestro Mata constataran los progresos que había alcanzado.
En 1846 De Carta escribía “No dudo que dentro de poco el señor Cordero llegue a ser un excelente artista que de mucho honor a su patria y a si mismo”.
En 1847 estudiaban escultura en Roma dos mexicanos Tomas Pérez y Felipe Valero, de quienes Cordero hizo un retrato (retrato de los escultores Perez y Felipe Valero), donde se hacen notorios los rasgos mexicanos como la tez morena y labios gruesos, de digno porte y fuerza de carácter.
Con entusiasmo y dedicación absoluta se puso a pintar frescos desde 1855, en la iglesia de Jesús María, en la capilla de Cristo de Santa Teresa la antigua y en la cúpula de la iglesia de San Fernando. Y docenas de pinturas de caballete, sobretodo retratos que le encomendaban en sus viajes por el interior del país. Hizo tantas obras que su producción desmereció, aunque en poco tiempo pudo formar su patrimonio.
En 1860 realiza el retrato de su esposa Retrato de Doña María de los Ángeles Osio de Cordero quq resalta por el realismo y calidad propios del siglo XIX, a la talla de Ingres por ejemplo. En 1865 Cordero se dejo llevar por el romanticismo y pinto La mujer de la hamaca o del quetzal, en un ambiente selva exótica y La sonámbula, teatral composición donde la única fuente de luz es la vela.
Nace en 1824, en Tezuitlan Puebla, aficionado y dotado para el dibujo desde niño, pudo entrar a la Academia de San Carlos, cuando sus padres se mudaron a la Ciudad de México.
Uno de sus maestros en esos días era Don Miguel mata, que en 1837 fue el titular de la cátedra de dibujo.
Mata descubrió las cualidades del joven Cordero y lo insto a viajar a Roma para estudias pintura, pero su familia no tenia recursos suficientes, por lo que el joven comenzó a viajar por pueblos de baratillero, pasando hambres y miserias con tal de reunir la suma suficiente para realizar su sueño, Juan Cordero se embarco en 1844 rumbo al viejo mundo.
logro que en noviembre de 1844 fuese nombrado agregado de la legación mexicana en Roma, con lo cual a pesar de ser poco, pudo inscribirse en la Academia de San Lucas con el maestro natal De Carta.
En 1846 Juan Cordero obtuvo el primer premio en el concurso de pintura de figuras que se celebraba cada año en San Lucas y en que participaban todos los alumnos y maestros de la Academia.
En ese mismo año envía a México varias de sus pinturas, para que su familia y su maestro Mata constataran los progresos que había alcanzado.
En 1846 De Carta escribía “No dudo que dentro de poco el señor Cordero llegue a ser un excelente artista que de mucho honor a su patria y a si mismo”.
En 1847 estudiaban escultura en Roma dos mexicanos Tomas Pérez y Felipe Valero, de quienes Cordero hizo un retrato (retrato de los escultores Perez y Felipe Valero), donde se hacen notorios los rasgos mexicanos como la tez morena y labios gruesos, de digno porte y fuerza de carácter.
Cordero realizo un retrato de la esposa de Santa Anna Retrato de Dolores Tosta de Santa Anna, en donde es notable su lenguaje propio de brillantes y colorido exacerbado, estético y no abigarrado.
En 1860 realiza el retrato de su esposa Retrato de Doña María de los Ángeles Osio de Cordero quq resalta por el realismo y calidad propios del siglo XIX, a la talla de Ingres por ejemplo. En 1865 Cordero se dejo llevar por el romanticismo y pinto La mujer de la hamaca o del quetzal, en un ambiente selva exótica y La sonámbula, teatral composición donde la única fuente de luz es la vela.
En 1875 exhibió Stella Matutina y un cuadro con retratos: Las hijas de Don Manuel Cordero, con lo qué fue su última aparición pública.








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